Keches Law Group obtuvo un acuerdo de $5,000,000 para un niño que sufría retrasos en su desarrollo tras un incidente en una piscina en el que estuvo a punto de ahogarse.
El incidente surgió a raíz de un casi ahogamiento en un campamento de día durante un baño libre el 10 de agosto de 2015. La demandante era una niña de 4 años que no sabía nadar y se metió en el agua por encima de su cabeza. Los socorristas pensaron erróneamente que estaba haciendo algunos movimientos de gimnasia y la rescataron tardíamente de la piscina. Cuando la sacaron de la piscina, estaba inconsciente, sin aliento y con los labios azules. La reanimaron, recuperó inmediatamente la consciencia y estaba alerta cuando llegó el servicio de emergencias. Pasó la noche en observación, pero fue dada de alta como paciente alerta y neurológicamente normal. Una resonancia magnética realizada poco después fue normal.
Los abogados contrataron a un experto en seguridad en piscinas, Gerald Dworkin, que opinó que los socorristas y los monitores del campamento no estaban debidamente formados y que los procedimientos del campamento eran deficientes. El litigio fue intenso y largo. En total declararon 27 testigos. En un principio, la defensa alegó que siguieron las normas de cuidado y que la niña sólo se ahogó durante un máximo de 30 segundos, y que reaccionaron de forma razonable y adecuada ante la emergencia. Un socorrista declaró que la cabeza de la niña estaba fuera del agua segundos antes del rescate.
El abogado contrató al Dr. Rodrigues, neurólogo pediátrico del Hospital Flotante Tufts, quien opinó que la niña estuvo privada de oxígeno entre uno y cinco minutos y probablemente dos minutos, basándose en su presentación y en sus lecturas de gases en sangre.
Tras años de litigios, la defensa aceptó la responsabilidad el primer día de la mediación. La defensa se centró en las cuestiones de causalidad. Los historiales médicos del niño contenían preocupaciones sobre retrasos en el desarrollo, especialmente en la atención y la concentración y el control de los impulsos. Y lo que es más importante, el niño había sido tratado por dos neurólogos desde el incidente. El primer neurólogo dijo que era improbable que el casi ahogamiento causara algún déficit duradero. La segunda neuróloga se negó a opinar sobre la causalidad por consejo de su abogado. El neurólogo que la trató más recientemente declaró que padecía un trastorno por déficit de atención y que ese trastorno interfería significativamente en su trabajo escolar, pero no pudo determinar si el trastorno era preexistente o estaba relacionado con el ahogamiento.