Desde las salpicaduras de la estufa hasta las explosiones de gas, las lesiones por quemaduras pueden alterar la vida. Las quemaduras pueden ser causadas por el calor, el fuego, los productos químicos, la fricción y/o la radiación. Suelen clasificarse como quemaduras de primer a tercer grado, aunque las extremadamente graves también pueden clasificarse como de cuarto grado.
Las quemaduras de primer grado suelen consistir en un simple enrojecimiento de la piel. El tratamiento de una quemadura de primer grado suele ser mínimo y la mayoría de las quemaduras de primer grado se curan sin dejar cicatrices ni decoloración de la piel. Aunque la mayoría de las quemaduras de primer grado pueden tratarse en casa, si afecta a una zona amplia del cuerpo o a partes críticas del mismo, debe considerarse la posibilidad de acudir a un médico para garantizar una curación adecuada y evitar la posibilidad de que queden cicatrices.
Las quemaduras de segundo grado implican la formación de ampollas y un cierto engrosamiento de la piel. Las quemaduras de segundo grado afectan a más de la capa superior de la piel y pueden ser extremadamente dolorosas. El tratamiento puede incluir el vendaje para evitar la infección. Aunque la mayoría de las quemaduras de segundo grado se curan en un periodo de dos a tres semanas, algunas requieren injertos de piel y pueden tardar más en curarse.
Cuando una quemadura ha afectado a todas las capas de la piel, se clasifica como quemadura de tercer grado. Irónicamente, a veces la zona de la quemadura de tercer grado es menos dolorosa debido al daño que se ha causado a los nervios. Sin embargo, cuando las personas tienen quemaduras de tercer grado, suelen tener otras zonas con quemaduras de segundo grado, de modo que la lesión por quemadura en general sigue siendo extremadamente dolorosa. Cuando se han dañado tejidos, huesos o tendones más allá de las capas de la piel, la quemadura puede considerarse de cuarto grado.
Las quemaduras graves pueden provocar complicaciones médicas importantes, como daños permanentes en los nervios y/o fallos en los órganos. Para más información, consulte http://www.healthline.com/health/burns
Cuando se representa a clientes que han sufrido lesiones por quemaduras, la primera consideración obvia es asegurarse de que están recibiendo la atención médica adecuada. El tratamiento de las lesiones por quemaduras en sí mismo puede ser extremadamente doloroso. El desbridamiento de las heridas puede implicar un raspado doloroso hasta llegar a la piel fresca. Un abogado debe considerar la posibilidad de documentar mediante vídeo y/o fotografías el proceso de tratamiento. No hay sustituto para una representación audiovisual del dolor y el sufrimiento de su cliente a través del proceso de recuperación.
Las fotografías periódicas y fechadas también captan la progresión de las heridas y ayudarán a transmitir a la aseguradora o a un jurado la duración de la lesión del cliente.
Si la quemadura ha dejado cicatrices, puede ser necesario un fotógrafo profesional para captar la decoloración bajo diferentes condiciones de iluminación, temperatura o bronceado. Considerar si la cirugía plástica o el tratamiento podrían ayudar a la cicatrización en el futuro. Es crucial obtener un informe médico para proyectar los costes futuros de cualquier tratamiento de este tipo, así como la probabilidad de éxito.
Además, documentar el impacto que dichas cicatrices han tenido en la vida cotidiana de su cliente en términos de vergüenza, conciencia de sí mismo, pérdida de confianza en sí mismo, puede ser un reto, pero debe ser considerado para presentar el caso de manera completa y efectiva.